jueves, 9 de abril de 2015

De Profundiis

" ¿Mi necesidad buscaba vínculos caprichosos?. No podía tocarla sin que mis manos temblaran, sin que mi corazón se acelerara, sentía que era mi propia estima la que flaqueaba, nerviosa, girándose y flotando, huyendo como una negra pavesa del fuego que la consumió. Y entonces solo tuve claro que no sabía, que nunca supe, que solo tuve clara mi incertidumbre. Que mi prisión era entonces mi cobardía y por su única ventana solo entraba el aire viciado de lo que no arriesgué. La duda me consumía y su vida, cercana, se alejaba. Lo sentía, fuerte, Aquí. ¿Que podría ofrecerle, si nunca supe creer en mi palabra, si todo se volvía gris cuando me asaltaba esa necesidad de soledad eremita, de cumplir una penitencia por las malas acciones que no había cometido, por las torpezas que no me había permitido?.

Es por eso que abrazé muchos y grandes abrazos en hueco, siendo rudo y deshonesto conmigo y con los que me rodeaban, negándome mi obvio temor al amar, al compartir. Sufría esa extraña astenia que todo lo envuelve y posee y a la vez te incapacita para alejarte de toda fuente de dolor posible, propia o ajena. Ese extraño oleaje que te golpea y te arrastra, como la arena vá donde las aguas quieren al retirarse la marea. Pero a pesar del violento choque, el mar sigue siendo mar y la arena, arena.

Solo me veía capaz para resolverme en contra de mi soledad, y soñar en que a mis manos, ajadas y cubiertas de verdina, acudían el albor y la firmeza de las suyas para ser mutuamente acariciadas. Entonces ese sueño se transformaba en voluntad, y desearla me permitía atrapar todo el mar de su mirada, navegar así en el Maelstrom de sus coqueteos, indiferencias y sonrisas . Soñarla era modelar, cocer y unir el atanor, tramo a tramo, por donde su frescura y aroma se deslizaba para alimentar el regadío de mi esperanza. Y buscar su aroma, y abrazar su cuerpo de alondra desbocada, fué más que un trabajo, una vida..."

Anónimo: Malnom de dona. Qurtuba, siglo XXI

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